El Románico, como expresión funcional espiritual y programática de una civilización que se ponía en marcha, tuvo en Soria entre los siglos XII y XIII un momento de extraordinaria vitalidad y, en la fachada de Santo Domingo, su pétreo manifiesto. Esa nueva sociedad, colocaba las bases de un proyecto que nacía con una vitalidad nunca conocida, ni antes ni después, en esta ciudad.